Aroche - El enclave

El castillo debía reparar sus murallas y torres, muy deterioradas por la acción de la vegetación parásita, lo cual nos habla de su estado de abandono. Debía dotarse de nuevos almacenes de pertrechos y un nuevo polvorín, ya que la pólvora se guardaba de forma inadecuada en el pósito municipal. Sus aljibes debían ponerse a punto y llenarse ya que no existía otra forma de almacenar agua dentro de las murallas a excepción de la pequeña cisterna de la iglesia. Para los parapetos del castillo y la cerca de la población recomienda el cegado de las almenas, la ejecución de banquetas y reparaciones varias. En todo caso es en la cerca donde habría de destinarse más del 60% de un presupuesto estimado por Corbachino en 3.094 ducados para todo lo descrito.

Desconocemos en qué medida estas instrucciones fueron llevadas a cabo, aunque suponemos que no debió ser en mucho grado debido a la escasez de dinero para pagar materiales y mano de obra, todo lo más el cegado de almenas que apreciamos hoy día en la coronación de los muros del castillo. Esta situación y las continuas correrías del enemigo hicieron que la población fuera visitada en 1645 por el Teniente Maestre de Campo General Rafael de Médicis, proveniente de la frontera de Extremadura, para hacerse cargo de las obras de fortificación de la población. Aroche y Encinasola dependían militarmente de Fregenal de la Sierra, ya en Extremadura, y ello explica la presencia del ingeniero en esta comarca.

Las obras que se llevaron a cabo bajo las órdenes de Médicis dieron origen al aspecto que presenta hoy la muralla arochena. Probablemente la traza actual de la muralla corresponda en bastantes tramos con la medieval anterior que viera Corbachino ya que otro trazado había sido mucho más costoso y largo de ejecutar. La obra realizada fue en todo caso de considerable importancia y su eficacia suficiente según se deduce de que Aroche nunca fuera ocupada a pesar de los asedios que experimentó por las tropas portuguesas. Las obras de la muralla duraron cuatro años y supusieron la dedicación de todas las canteras y hornos de cal de los alrededores.

Podemos atribuir por tanto a Médicis el proyecto de los baluartes que se adosaron a la antigua traza

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