Ayamonte - El enclave

La firma de la paz con Por­tugal en 1668 trajo consigo la elaboración de unos estudios encargados por el duque de Alcalá sobre la forma en que la frontera debía quedar guarnecida. El general Juan González Salamanqués fechó el suyo en septiembre 1668 al que se le sumó el del ingeniero Octaviano Menni, de junio de 1669. Si el primero es interesante porque fija la estrategia defensiva de la frontera, el segundo aporta numerosos datos para conocer las obras que, bajo su dirección, se llevaron a cabo en el castillo de Ayamonte a partir de 1666.

Salamanqués insistía en la importancia de la plaza de Ayamonte, opuesta a Castro Marim y guardiana de la desembocadura del Guadiana, siendo además un fácil punto de apoyo para la even­tual recuperación de Portugal. Sobre el castillo anotaba que su posición no era la más idónea pues el cerro de San Roque, lugar elevado situado en la parte sur de la villa, constituiría una seria amenaza para la ciudad y de difícil recuperación en caso de ser ocupado por el enemigo. Abogaba por la fortificación de este cerro, cuestión que ya en su momento propuso al duque de Medinaceli, para lo cual era consciente de que antes habría que realizar las mínimas labores de mejora en el emplazamiento del castillo. Dichas mejoras llegaron a realizarse y son las que Menni llevó a cabo y describe en su informe.

Toda la fortificacion de Aya­monte consiste en la que se ha aplicado á su Castillo por mi disposi­cion y asistencia [...]. Esta proposicion tubo la aprovacion de el Exmo. Señor Duque de Medinaceli y de todos los cabos de el Egercito que para este efecto junto en aquel terreno, y asi de orden de VE. se fue obrando lo siguiente./ Todo el recinto antiguo de el Castillo, que estava mas dispuesto a ruina que a resistencia, se recalzo y restauró de cal y canto, mejorando sus defen­sas, terraplenandose, abriendole foso, formandole parapetos a prueva, de ormigon con sus cañoneras, y previniedo baterias de hasta 22 piezas de artilleria, cubiertas y con todo desaogo y seguridad. Se le añadio una defensa baja de dos andenes; la primera capaz de mosqueteria, y la segunda de otras seis piezas de artilleria gruesa con su parapeto a prueva, y cañoneras, muy bien acabadas. En lo alto de la torre de el Omenage se derrivó lo que embarazava su capacidad, y se alojaron en ella otras dos piezas de alcance que descubren admirablemente la campaña y

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