Ayamonte - El enclave

bastante deshabitado.

Dos años más tarde, en 1766, Gaver realiza otro plano de la costa, esta vez sólo de la atlántica (si bien parte de este plano es copia del anterior) desde la desembocadura del Guadiana hasta más allá de Gibraltar, aunque hace referencias escritas a la costa mediterránea. Indica de forma precisa la situación de los diferentes puntos fortificados y poblaciones costeras así como una detallada orografía del sur de la provincia de Cádiz. Presta especial atención a la desembocadura del Guadalquivir, representando además su curso desde Sanlúcar la Mayor hasta Córdoba. En paralelo propone un proyecto para construir una batería artillera en la playa de la Almadraba, en la desembocadura del Guadalquivir, respondiendo al tipo también propuesto para Punta de Canelas.

En 1772 el Ingeniero Director Juan Caballero presenta un nuevo plano de la plaza de Ayamonte. Por él sabemos que el castillo continuaba en el lamentable estado en que quedó tras el terremoto de 1755, si acaso con unas leves reparaciones para mantener cuatro piezas de artillería en servicio y los almacenes de pertrechos y pólvora. El plano aporta una valiosa toponimia del lugar y la referencia a la batería de campaña que los portugueses construyeron junto a la ermita de Santo António en 1762. Al sur del Estero de la Rivera sólo existía por entonces la Hacienda del Salón sobre la margen andaluza del Guadiana. En la parte portuguesa se representa, aparte de la mencionada batería, la situación de Castro Marim (pero no su trazado debido a la lógica falta de datos) y el estero situado a su mediodía en el que encontraban refugio los barcos lusos.

Los trabajos de finales del siglo XVIII se inician con en que aporta el ingeniero director Luis Huet con el plano que levantara en 1792 sobre el castillo de Ayamonte. En este documento podemos apreciar que la fortificación apenas había sufrido variaciones respecto al estado del siglo anterior, si acaso reparaciones y remodelaciones que nunca llegaron a transformar verdaderamente el enclave. Su estado de conservación por entonces era penoso, prácticamente en ruinas, salvándose únicamente los almacenes de pólvora, pertrechos y acaso las baterías artilleras de levante y poniente. El hornabeque del Socorro aparentaba estar en mejores condiciones, seguramente debido a que sus

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